No escribo esto por el famoso 14 de febrero, cualquier día es bueno -y único- para demostrar a alguien lo mucho que le aprecias y quieres. No se necesita ningún pretexto -y menos uno basado en una "leyenda"- para decirle a alguien "te quiero" o invitarle a una cena que nunca olvidará. Costumbres absurdas que seguramente más de la mitad de la población (me incluyo) sepa realmente de dónde viene.
Lo escribo por alguien muy especial, con la que ayer hice 1 año y tres meses. Se que para muchos no será tanto o que debido a la "distancia" que nos separa, estoy/estamos locos por haberla empezado.
Sinceramente nunca creí que fuera a durar tanto, en algunos momentos tuve dudas, ¿merecía la pena? ¿soy lo suficiente? ¿y si por ser imbécil la hago daño? Pero todas esas dudas se disipaban al ver su cara (aunque fuera a través de webcam), se esfumaban, como el aliento en una mañana fría, cuando la tenía delante de mi, besándola y haciendola reir.

Es extraño cómo alguien, algo, o un comportamiento pueden cambiar tu vida.
Libros que te hacen madurar, salidas con amigos que te hacen reir y momentos con la persona que quieres por los que sabes que ha merecido la pena esperar tanto. No por muchas cosas puedo alardear -no lo hago-, no por muchas cosas puedo sentirme orgulloso de cómo se han ido desarrollando a través de mi vida, pero de esas pequeñas cosas que han ido formando mi personalidad, de esos pequeños detalles que han hecho que hoy os esté hablando a través de mi blog, son de las cosas de las que más me alegro, más me enorgullezco, y de las que más tengo ganas de que duren por mucho tiempo.

Ese alguien que me ha cambiado tanto - a bien claro- es la persona con la que un 13 de noviembre de 2010, aún poniendo mucho en juego, me besé bajo las farolas de la Universidad Carlos III.

Tengo pocas cosas que decir ya -no quiero parecer empalagoso-. Pocas cosas que esa persona no sepa ya. Pocas cosas que puedan expresar realmente mi sentimiento.

Sólo puedo decirte que mientras dure, intentaré hacerte lo más feliz que pueda.